23/7/12

LOS DUENDES Y LAS MONEDAS


LOS DUENDES Y LAS MONEDAS

                                                      Miguel Ocaña Ramírez

                                             DEDICADO A MI PADRE: ROLANDO OCAÑA RAMÍREZ, QUE UN DÍA PARTIÓ AL CIELO.

¡HIJOS DE P..., CONCHAS DE SU M...!, exclamaba con fuerza y a viva voz el valiente familiar canchaqueño, quien era conocido por no  temerle ni al mismo Satán.

¡YA ME TIENEN COJUDO JALÁNDOME LA COLCHA Y TIRÁNDOME COJUDECES TODAS LAS NOCHES…!

Los espíritus juguetones, aquella oscura noche de sueño en el antiguo aposento de barro y tejas a dos aguas del viejo serrano, habían ya colmado su paciencia, allá, en lo alto de la bellísima sierra piurana. 

Sobre su cuerpo habían impactado pequeñas piedras acompañadas de silbidos burlones de "seres imaginarios", alterándole su tranquilo y nocturno descansar.

¡CARAJO…, TÍRENME PLATA MIERDAS Y NO ME JODAN…!- gritó desesperado el impávido montañés, entre el vacío negro turbado por la nada y la perturbación espiritual.

De pronto…Y después de una silenciosa, oscura y breve interrupción, cayeron sobre él y por el suelo, monedas de oro, bellas y valiosas como la antigüedad.

Ante su auditivo reconocimiento por el sonar del precioso y rico metal, el robusto hombre, ávido por hacerse de las mismas, una vez encendida la lámpara de keroseno, procedió emocionado a recogerlas.

Al dirigirse a su baúl, donde guardaba su dinero en moneda y para acaparar sus tesoros, grande fue su sorpresa al saber que los metales de oro y plata que le habían arrojado los duendes, eran las que tenía en su vieja bujeta y que le habían sido sustraídas por los trasgos para mofarse de su avaricia…  


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