22/9/09

“RASPUTIN: EL MONJE LOCO DE RUSIA”

César Miguel Ocaña Ramírez

ABOGADO REG. CAP Nº 912.


San Petersburgo-Rusia, 19 de Julio del año 1907. En un campamento lejos de la ciudad, ebrios gitanos bailaban al estruendo de la música de guitarras, tambores, y gemidos de mujeres practicando el sexo en diabólicas orgías. Todo era lujuria, perversión y perdición, sin embargo, todo esto habría pasado desapercibido, si dentro de este grupo de infernales danzantes, no hubiera estado, el temible e inefable: Gregori Yefimovich Novikh Rasputin, el “Monje Loco” de Rusia, así llamado, por su fanatismo a la religión, al sexo y al alcohol.

Rasputin, nació aproximadamente en el año de 1871, en POKROSVSKOYE Rusia, creció en los campos de Siberia, no tuvo formación académica, a los 18 años, se marchó al monasterio de VERKHOTURYE, aunque hay quienes dicen, que fue enviado allí por cuatrero; recinto religioso en el que permaneció sólo tres meses.

Aquel abyecto festín, sería interrumpido por la llegada a galope, de un alto coronel del palacio imperial, que en el acto, fue rodeado con espadas desenvainadas de amenazadores gitanos. El visitante, solicitaba la presencia de Rasputin. Molestarlo en estas circunstancias, era muy peligroso, empero, esta sería la oportunidad de Rasputin, para ingresar a la familia real de los Romanov, con el Zar Nicolás II a la cabeza, padre de todas las Rusias. Una vez silenciado el campamento por la llegada del real oficial, una gran tensión envolvió el ambiente. Es así, que abriéndosele paso, apareció Rasputin “Hombre alto de estatura, grosero aspecto, mirada azulada, magnética y temible, capaz de hipnotizar a las personas”. El alto oficial, tuvo que bajar la mirada, y quitándose el sombrero, le dijo: “Su majestad Nicolás II, solicita su presencia inmediata en el palacio imperial, su hijo está muriendo y necesita de usted”. Rasputin, cuyos ojos empezaron a brillar, se dejó caer de rodillas, y juntando sus manos, empezó a orar, todas las miradas se fijaron sobre el religioso, el silencio era sepulcral, luego de unos minutos, se puso de pie murmurando: El niño está salvado, Dios vela por él.

“El zar le ruega que acuda personalmente al palacio” le dijo el oficial.

Alejandra fiodorovna, esposa del Zar, había oído hablar de los extraordinarios poderes de Rasputin, y que podía curar a su hijo Alexis Nicolayevich que padecía de hemofilia, el Zar, tuvo que acceder.

Ya en palacio, y en el cuarto del pequeño príncipe, y frente a él. Rasputin, imponiendo su mano sobre el niño, anunciaba su curación, al mismo tiempo que caía arrodillado, orando por el príncipe, media hora después, puesto de pie, colocó su mano en la frente de la Emperatriz y le dijo: No tengas miedo pequeña madre, Dios ha salvado a tu hijo. El príncipe había sanado. El Zar, que había estado presente, emocionado, salió de la habitación.

Poco tardó Rasputin en convertirse en un miembro poderoso, y protegido de Alejandra en la Corte. Fue el médico personal del Zarevich, pues le proporcionaba salud, mediante un tipo de “hipnosis curativa”.

Rasputin, designó a altos e incompetentes funcionarios. Se dice, que tenía un magnetismo capaz de hacer que cualquier mujer cayera rendida a sus pies, siempre se le vio rodeado de mujeres, que casi nunca se bañaba, que su cuerpo despedía un olor desagradable, y que comía con las manos; decía que los cubiertos eran pecaminosos y sacrílegos. Rasputin pensaba que la suciedad era parte de Dios y que no debía ser eliminada del cuerpo; “Se deben cometer los pecados más atroces decía, para que Dios sienta mayor agrado al perdonar a los grandes pecadores”, debiendo descenderse a los más indecentes extremos de bajeza y pecado, para purificarse nuevamente mediante la oración y así llegar a Dios. Una desordenada vida se mezclaba con su vida religiosa. Se casó a los 19 años con Proskovia Fiodorovna, tuvo tres hijos; llamó María a una de sus hijas, en honor a una visión que dijo haber tenido de la Virgen María. Mantuvo a su familia apartada de su mundana vida, su escandalosa vida sexual y amoral, despintó su reputación de hombre santo, muchas veces se le vio ebrio, y acompañado de gamberras. Algunos historiadores dicen, no haber encontrado pruebas que afirmen una vida licenciosa del “Monje Endiablado”, como así lo llamó la Iglesia Ortodoxa. Rasputin, decía que podía ver el interior de las personas, encontrar toda enfermedad y curarla con la mirada, con el toque de sus manos, o con ayuda de hierbas medicinales. Tenía dotes de taumaturgo, cuando mendigó por los campos, y los campesinos le cobijaban y alimentaban, dicen que él, les pagaba ayudándoles a mejorar, a curar sus enfermedades y preocupaciones. Un espía le escribiría al Zar lo siguiente: “Este hombre tiene poderes divinos o demoníacos”, la gente lo sigue como si fuera Cristo, hay que esperar por lo menos tres días para acercarse a él”.

ASESINATO DE RASPUTIN.

Rasputin, había profetizado su muerte, escribiéndole al Zar, quien se encontraba en los campos de batalla durante la primera guerra mundial: “Siento que moriré antes del primero de enero, si soy asesinado por plebeyos, y especialmente por mis hermanos los campesinos rusos, nada tendrás que temer, tu trono se asentará por cientos de años y tu hijo será Emperador y Zar, pero si soy muerto por nobles, mi sangre permanecerá en sus manos por veinticinco años, tendrán que abandonar Rusia, los hermanos se enfrentarán a los hermanos, el odio dividirá las familias, y el país se quedará sin nobleza o imperio”.

En Junio del año 1914, intentarían matar a Rasputín en su pueblo natal. Una mujer, le clavó profundamente en el estómago un cuchillo que extrajo de su vestido ¡He matado al anticristo! gritaba la mujer. Triunfalismo apresurado. Rasputin a pesar de la gravísima herida y con abundante sangre, tomó un trozo de madera y golpeó con fuerza a la mujer, dejándola inconsciente. El monje se curaría sorprendentemente.

Rasputin, había también sanado al príncipe Félix Yussupov, quien tenía una profunda depresión, los médicos de la corte no podían aliviarle. Rasputin le recibió en privado, y luego de colocarle en la frente sus sucias manos, le fijó su magnética mirada; Yussupov estaba curado, así se convirtió en vocero oficial del monje. El príncipe escribiría lo siguiente: “Sentí que mi alma se escapaba en aquellos ojos, me estaba robando la voluntad, una sensación de estar anestesiado me poseyó completamente, no podía mover un solo músculo, sus ojos despedían chispas fosforescentes que formaban un aura frente a mi, el calor de esta aura me penetró músculo por músculo y célula por célula, inmediatamente sentí que desapareció la depresión, mi mente estaba ligera y feliz”. Esta pregonada curación, haría que la condesa Vera Shukovskaya, buscara a Rasputin, quien hipnotizándola, dicen que la violó sexualmente.

Para el 29 de diciembre de 1916, Yussupov (a quien Rasputín había curado), y un grupo de nobles, entre los que se encontraban; el doctor Sukhotin, el duque Purichkevich y el gran conde Pavlovich, habían ideado, deliberado y resuelto, matar a Rasputin. Conocido era en la corte, el amor que Rasputin sentía por la princesa Irina, esposa de Yussupov. En base a esto y con el pretexto además, que una sobrina del zar se encontraba indispuesta, le invitaron a una fiesta en la casa del Príncipe. Fue el único en llegar, así le condujeron al sótano, donde habían servido manjares, vino de Krimea y de Madeira. Suficiente cantidad de cianuro de potasio como para matar a varios hombres se había echado en ellos. Sentados: Rasputin y Yussupov conversaron largamente, sin que el monje tomara nada. El príncipe había entrado en nervios, luego Rasputin le aceptaría y tomaría vino, y empezaría a comer, devorando los infestados dulces. Al bajar Yussupov del primer piso a donde había subido para esperar junto con los demás nobles la muerte del monje, estupefacto quedó, al verlo aún vivo, pidiendo más vino. El príncipe nuevamente subió para informar que Rasputin no moría. ¡Vé y mátalo! le dijo Purishkevich, dándole un revólver. Yussupov, bajó al sótano, donde lo vio comiendo desesperadamente y bebiendo abundante vino; Rasputin fijándole la mirada le dijo; ¿me parece que algo quieres decirme?, mira a esa pared Rasputin. Al efecto; Yussupov le disparaba tres balazos por la espalda. Hay quienes dicen que el príncipe al apuntar el arma, pidió fuerzas a Dios para matar al demonio, disparándole al corazón. Aquel terror humano había caído, al ruido de los disparos, los demás bajaron a ver lo ocurrido celebrando el deceso. Sin embargo, en horas de la madrugada, cuando pensaban arrojarlo al Río Neva; Rasputin se levantó, mientras Yussupov se quedaba momentáneamente paralizado, los otros huían horrorizados. Alargando las manos Rasputín para alcanzar al príncipe, este ya escapaba hacia arriba lanzando gritos de terror. La puerta del salón fue arrancada demoníacamente por el Monje, al volver los otros nobles en ayuda de su compañero, tumbaron al suelo a Rasputin, siendo golpeado fuertemente en la cabeza por Purischkevich. Para consumar el hecho, llamaron a dos soldados, que con barras de hierro, le quebraron los huesos; Rasputin fue arrojado al Río Neva. La necropsia revelaría después, que Rasputin se había ahogado. María, hija del monje loco, relataría posteriormente, que Yussupov, antes de matarlo, lo violó junto con sus cómplices, y que luego lo castraron. La Revolución Rusa y Lenin acabaron con los Romanov tomando el poder; Yussupov huiría a París, donde moriría en el año 1967.




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